Perpetua para dos policías por matar a golpes a un albañil que causó disturbios en un motel

Dos ex integrantes de la Policía de Misiones fueron condenados a prisión perpetua por matar a golpes a un hombre que, en mayo de 2014, protagonizó incidentes dentro de un motel de la ciudad de Posadas.
El fallo del Tribunal Penal 2 de Posadas, dictado por los jueces Gregorio Busse, Fernando Verón y Miguel Mattos, recayó sobre la ex oficial auxiliar Lourdes Tabárez (42) y uno de sus subalternos, Ricardo Escobar (42), a quienes se halló responsables del delito de torturas agravadas seguida de muerte.
Los magistrados también condenaron pero a cuatro años de cárcel a otros agentes que intervinieron en el procedimiento que derivó en la golpiza y posterior fallecimiento del albañil Carlos Raúl Guirula (33) en la madrugada del 19 de mayo de 2014.
Los policías Lourdes Tabárez (42) y Ricardo Escobar (42) fueron condenados por el crimen del albañil Carlos Raúl Guirula (33). Foto La Voz de MisionesSe trata de Lucas Nahuel Saravia Allosa (37) y Carlos Alberto Da Silva (34), quienes no volvieron a quedar detenidos porque los jueces les dieron por cumplida la pena con los años de prisión preventiva que purgaron.
Otros dos policías, Carlos Alberto Zidorak (37) y Claudio Marcelo Servian (49), fueron absueltos por el beneficio de la duda, tras ser acusados por la Fiscalía de no haber hecho algo para impedir las patadas y pisotones que sufrió la víctima dentro del alojamiento y sobre un patrullero.
Poco antes del veredicto, la ex oficial Tabárez, que estuvo al frente del procedimiento policial, le pidió “disculpas a la familia porque “no va a volver a la vida su hijo, no va a volver la vida para nadie, tampoco para nosotros”.
“Lo que ocurrió esa noche fue una tragedia para todos. Siento que el corazón se me va a salir del pecho”, expresó visiblemente afectada por un fallo que parecía ineludible a esa altura del juicio. Sobre el cierre, pidió “clemencia” para ella, para su familia y para “cada uno” de sus colegas.
Servian y Da Silva también se dirigieron a la esposa e hijos del albañil Guirula para pedirles perdón, y dijeron que cada uno de los integrantes de las patrullas debían “hacerse cargo de sus participaciones y responsabilidades”.
El motel del que se llevaron preso a Guirula.El fiscal Vladimir Glinka había solicitado la condena de todos los acusados con penas que iban desde los seis años, hasta la prisión perpetua para Tabárez y Escobar, los dos policías que atacaron a patadas a Guirula cuando ya estaba esposado.
Glinka no dudó en calificar el hecho como “un operativo policial catastrófico” en el Motel Park.
Cómo empezó el incidente fatal
Los conserjes del lugar habían pedido la presencia de los agentes porque Guirula, que estaba con dos amigos y prostitutas, se había negado en un principio a pagar la consumición de dos petacas de una bebida destilada.
Las pericias demostraron que la víctima tenía tres gramos de alcohol por litro de sangre, situación que facilitó su detención.
“Se puso denso para no pagar, sí, pero no es cierto que los encargados se tuvieron que armar con un palo para defenderse. No hubo violencia. No pegó, ni golpeó a nadie y pagó su deuda. Si a las 3.15 se iban todos a dormir, hoy no estaba nadie acá”, sostuvo el fiscal en su alegato de cierre.
Cuando los policías llegaron al lugar, Guirula ya había abonado la cuenta y estaba por retirarse del lugar en el auto de un amigo, pero los policías insistieron en llevárselo detenido. El fornido albañil (pesaba más de 100 kilos y medía 1,90 metros) intentó resistirse y otros tres patrulleros llegaron inmediatamente.
Glinka dio por probado que Tabárez le asestó al menos cuatro patadas y le pisó en la cabeza a la víctima mientras ya estaba esposado en el piso. Cuando Guirula fue cargado en la caja del patrullero Toyota Hilux para llevarlo a la comisaría, Escobar se paró sobre su cuerpo y saltó sobre él en varias oportunidades, según el relato de los testigos.
La autopsia reveló que el trabajador sufrió fracturas de varias costillas que perforaron un pulmón; y un edema cerebral, lesiones que fueron letales.
En la comisaría, los policías le arrojaron agua a Guirula, quien ya había perdido la conciencia. Luego lavaron el patrullero para borrar las manchas de sangre.
Una sucesión de recursos hicieron que el trámite de la causa fuera por demás lento y el juicio oral y público se realizara once años después.
Nora Acosta, la esposa de Guirula, se mostró conforme con las condenas para Tabárez y Escobar y que “esperaba un poquito más” para los otros policías. Agregó que para sus hijos “es importante tener un cierre, saber que se hizo un poco de justicia después de tantos años”.
Fuente: www.clarin.com



